Cefaleas

Las cefaleas suelen requerir una historia clínica muy completa, experiencia, un diagnóstico certero y mucha paciencia, pero la mayoría de las veces su tratamiento es satisfactorio. Los dolores de cabeza pueden tener las causas y manifestaciones más variadas. En el caso de dolores crónicos puede ser de gran utilidad llevar un diario del dolor... Algunos de los tipos de cefaleas que tratamos con mayor frecuencia son los siguientes:

Migraña

Se denomina migraña a los dolores de cabeza fuertes y pulsátiles que suelen presentarse con acceso repentino y se manifiestan a menudo de forma unilateral. Muchas veces, la migraña se acompaña de sensibilidad a la luz y al ruido, náuseas y vómitos. Los accesos de migraña pueden venir acompañados por un fenómeno denominado aura, que puede consistir en alteraciones visuales, sensitivas, motoras y, en ocasiones, del habla.

Si los accesos de migraña son frecuentes, existe la opción de una prevención farmacológica con medicamentos como la toxina botulínica. Desde hace poco, incluso existe la posibilidad de un tratamiento con anticuerpos monoclonales, con el que se puede lograr una mejoría significativa y duradera para gran parte de los pacientes.

Cefalea tensional

Este tipo de cefalea puede presentarse de forma episódica o persistir de forma crónica. Los dolores afectan a toda la cabeza con una sensación de presión y tirantez. Los dolores leves a moderados, que no suelen empeorar con el esfuerzo físico, pueden extenderse por un periodo de pocos minutos hasta de varios días. Además de los analgésicos comunes en forma de comprimidos, estos dolores muchas veces se pueden tratar con infiltraciones precisas en la columna cervical o cabeza. También aplicamos una terapia del dolor con toxina botulínica. Las inyecciones de este medicamento en la musculatura del cuello y de la masticación pueden causar una relajación que da lugar a un alivio del dolor, especialmente en el caso de las cefaleas tensionales.

Cefalea en racimos

Se denomina cefalea en racimos a las crisis de dolor intenso y unilateral que siempre afectan al mismo lado de la cabeza. Este tipo de crisis puede aparecer varias veces al día con una duración de pocos minutos hasta varias horas. El dolor se describe como desgarrador o taladrante, ocasionalmente también como ardiente. A menudo se acompaña de agitación psicomotriz, enrojecimiento del ojo, obstrucción nasal y lagrimeo.

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Mareos y vértigos

La sensación de tambalearse o de que todo gira a su alrededor, de no poder moverse con seguridad por una habitación o, incluso, la sensación de una pérdida de consciencia inminente, más que una situación molesta, supone una experiencia aterradora para la mayoría de las personas. El vértigo se define en términos médicos como una falsa impresión de movimiento entre la persona y su entorno. Se distingue entre vértigo rotatorio, vestibular, por elevación, cinetosis e inestabilidad. El vértigo se vive en la cabeza.

No es una enfermedad en sí, sino un síntoma múltiple; un síndrome que puede suponer una gran carga para el afectado y llegar a suponer un peligro debido al riesgo de caídas. El vértigo puede aparecer en crisis o de forma continua. Se puede manifestar como sensación rotatoria o de tambaleo, inestabilidad o como obnubilación. El vértigo puede ser un síntoma de una enfermedad inocua y fácil de tratar, pero también podría ser el primer síntoma de una insuficiencia vascular grave en el cerebro. Dado que el vértigo se vive con un importante componente de ansiedad, también podrían incidir factores psíquicos.

La mayoría de los tipos de vértigo dispone de tratamientos eficaces. El objetivo es identificar la patología de base específica del paciente con ayuda del relato personal de sus síntomas y de una exploración física precisa. Para documentar un posible vértigo existente, ¡aquí le dejamos un diario! En cuanto al diagnóstico, los pacientes se beneficiarán de un diagnóstico moderno e interdisciplinar (oftalmología, neurorradiología, medicina interna, traumatología).

Movimientos de la cabeza, tumbarse o darse la vuelta en la cama, incorporarse, agacharse, andar: todos estos movimientos pueden inducir el vértigo. A menudo, el vértigo se ve acompañado por molestias como las náuseas o el vómito, cefaleas, hipoacusia, visión doble, sensibilidad a la luz o al ruido. El tipo y la duración de las crisis de vértigo aportan indicios valiosos al médico sobre la causa del vértigo.

  • El vértigo posicional paroxístico (de aparición repentina) benigno es el que se presenta con mayor frecuencia; se trata de una forma inocua del vértigo, aunque muchas veces no llega a diagnosticarse correctamente. El origen de este vértigo se encuentra en el órgano del equilibrio. Consiste en pequeños cálculos que penetran furtivamente en el sistema vestibular del oído interno y transmiten señales erróneas al cerebro en dependencia estricta de los movimientos rápidos de la cabeza. Generalmente, son los movimientos bruscos de la cabeza los que desencadenan el vértigo, como los efectuados al despertarnos por la mañana o al incorporarnos de la cama. El tratamiento del vértigo posicional benigno es sencillo si se interpreta bien el cuadro clínico. Las «piedrecitas del oído» pueden volver a colocarse en su lugar originario con una secuencia especial de movimientos y posturas corporales. Concluida la secuencia, el vértigo se suele desvanecer enseguida. Se trata de una de las medidas más sencillas, baratas y eficaces de la medicina en general, que lamentablemente se practica muy raras veces.
  • La insuficiencia vascular cerebral muchas veces se manifiesta con vértigos; en estos casos, el diagnóstico es importante para prevenir los accidentes cerebrovasculares (ACV) o ictus.

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Dolores crónicos

Los pacientes con dolores crónicos pueden desarrollar una llamada «conducta del dolor» si estos se prolongan en el tiempo. . Para la documentación puede encontrar un diario del dolor aquí...

Señales típicas:

  • Marcada postura antiálgica
  • Hiper o hipoactividad
  • Estado de ánimo depresivo
  • Angustia
  • Falta de motivación y resistencia
  • Autoestima quebrantada y merma en la sensación de bienestar
  • Aislamiento social
  • Capacidades alteradas
  • Alteraciones del sueño, del apetito y vértigos
  • Síntomas vegetativos (p. ej., sudoración excesiva)
  • Dificultades laborales y de ingresos o pérdida de estos

Por tanto, el objetivo es un cambio, tanto en la sensación como en el comportamiento del paciente, para mejorar su calidad de vida. Esto se puede y debe enfocar de forma multidisciplinar. En esta consulta contamos con una buena cooperación interdisciplinar con las especialidades de traumatología (Dr. Patrick García), psicología y fisioterapia (Palma-Vital).

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Accidente cerebrovascular

Cuanto antes se trate un accidente cerebrovascular (ACV o ictus), menores serán las secuelas. De ahí el lema «Unos minutos pueden salvar la vida». El tejido cerebral que no recibe el aporte suficiente de oxígeno debido a una isquemia necesita una trombólisis o trombectomía para recuperar el flujo sanguíneo antes de que se produzcan lesiones.

Como advertencia del accidente cerebrovascular pueden aparecer súbitamente y, según su gravedad también simultáneamente, los siguientes síntomas:

  • Sensación de entumecimiento en la cara, en un brazo, una pierna o en un lado del cuerpo.
  • Parálisis o debilidad en la cara, en un brazo, una pierna o en un lado del cuerpo.
  • Aturdimiento, alteración del habla, de la escritura, de la comunicación o dificultad para encontrar las palabras.
  • Dificultades para tragar (disfagia).
  • Alteraciones indoloras de la visión en uno o ambos ojos, ensanchamiento de la pupila unilateral, pérdida de un área del campo visual (escotoma), visión doble.
  • Vértigo, alteraciones de la marcha, del equilibrio o de la coordinación (ataxia).
  • Falta de percepción de una parte del entorno o del propio cuerpo (inatención unilateral).
  • Alteraciones de la percepción (somnolencia, coma), desorientación.
  • Las cefaleas intensas, las náuseas y los vómitos podrían indicar una hemorragia cerebral.

Un accidente cerebrovascular es una urgencia real y precisa de tratamiento hospitalario inmediato (ingreso urgente, vea más adelante). Normalmente, tras un accidente cerebrovascular se necesita atención neurológica adicional, por ejemplo, para el tratamiento medicamentoso de una parálisis o por crisis epilépticas.

Los accidentes isquémicos transitorios (AIT) son trastornos circulatorios breves que conllevan deficiencias neurológicas pasajeras. Al tratarse de avisos de accidentes cerebrovasculares, se deben realizar pruebas adicionales para reducir el riesgo de accidentes posteriores. Cuando se producen estrechamientos en las arterias que riegan el cerebro (p. ej. estenosis carotídea) se llevan a cabo controles regulares en nuestra consulta mediante un procedimiento ecográfico ultramoderno para evitar un accidente cerebrovascular, pero también para evitar intervenciones innecesarias en los vasos sanguíneos (ecografía Doppler dúplex color de los vasos del cuello y de las arterias cerebrales, vea más adelante).

Unidad de Ictus

Enfermedad de Parkinson

El cerebro dirige y coordina el movimiento del cuerpo mediante conexiones neuronales especializadas. Un área central del cerebro, los ganglios basales, es de importancia primordial para la dirección y precisión de los procedimientos necesarios para el movimiento.

La enfermedad de Parkinson es el cuadro clínico más frecuente como consecuencia de una alteración en la función de los ganglios basales.

La enfermedad de Parkinson se manifiesta mediante una acinesia (reducción de los movimientos) con bradicinesia (lentitud en los movimientos), inestabilidad postural y temblor en reposo o postural. A menudo se suman síntomas no motores como la disfunción vegetativa, alteraciones del olfato y del sueño. Las posibilidades de tratamiento medicamentoso y no medicamentoso de la enfermedad de Parkinson han mejorado enormemente en los últimos años. Además, desde hace unos años, existe la posibilidad de mejorar la movilidad por medio de la estimulación eléctrica de los ganglios basales. Disponemos de una experiencia de más de 20 años en el campo de la estimulación cerebral profunda.

Tortícolis - Distonía

La distonía representa una alteración del movimiento que da lugar a una contracción inconsciente de determinados músculos o grupos musculares. Esto lleva a contracturas y a posturas viciosas con las consiguientes limitaciones de los movimientos voluntarios de la región corporal afectada. El tortícolis espasmódico y el blefaroespasmo son ejemplos frecuentes de una distonía. Estas alteraciones del movimiento se pueden tratar de forma eficaz con inyecciones de toxina botulínica en los músculos afectados (vea también los tratamientos con toxina botulínica). Las distonías generalizadas también se pueden tratar con estimulación cerebral profunda.

Demencias

Por demencia se conoce la pérdida paulatina de capacidades cognitivas e intelectuales como consecuencia de una enfermedad adquirida del cerebro en personas que previamente habían disfrutado de un desarrollo mental normal. El deterioro de la capacidad de rendimiento cognitivo inevitablemente conlleva una reducción constante de las actividades cotidianas, profesionales y sociales. La frecuencia de las demencias aumenta en la población de edades avanzadas.

El National Institute on Aging de los EE. UU. ha formulado siete señales de alarma que podrían ser indicios de una enfermedad de Alzheimer y que deberían inducir a las personas del entorno cercano a pedir consejo médico:

  • El paciente repite la misma frase una y otra vez.
  • El paciente cuenta siempre la misma historia breve.
  • El paciente ya no se acuerda de cómo funcionan determinados dispositivos o actos cotidianos, como cocinar, jugar a las cartas, el manejo del mando a distancia.
  • El paciente ha dejado de administrar con seguridad el dinero, las transferencias, las facturas y otros.
  • El paciente no encuentra muchos objetos o los coloca en lugares extraños (los esconde sin querer) y sospecha de otras personas que pudieran haberse apropiado de ellos.
  • El paciente descuida continuamente su imagen, pero niega hacerlo.
  • El paciente repite las preguntas a modo de respuesta.

La enfermedad de Alzheimer se puede diagnosticar mediante el hallazgo de determinados grupos de proteínas hasta varios años antes de la aparición de los primeros síntomas. Esto permite tomar medidas preventivas. El entrenamiento físico y mental son importantes para la prevención del proceso de demencia. Ciertos estudios novedosos han mostrado que es posible retrasar la atrofia cerebral mediante una combinación especial de complementos nutritivos (Soininen H, Solomon A, Visser PJ et al. LipiDiDiet multinutrient clinical trial in prodromal Alzheimer’s disease. Alzheimer’s Dement. 2021;17:29–40. Enlace: https://doi.org/10.1002/alz.12172).

Las causas frecuentes de una demencia son la enfermedad de Alzheimer y una falta de riego del cerebro (demencia vascular), pero junto a ellas existe toda una variedad de otras enfermedades que pueden causar una demencia. Con una serie de procedimientos de prueba estandarizados se puede determinar si una alteración en el rendimiento cognitivo, como una pérdida de memoria, es la consecuencia de una demencia.

El tratamiento de la demencia depende en primera línea de su causa: si la demencia es el resultado de otra patología, como, p. ej., una infección, una alteración metabólica o una depresión, generalmente se puede tratar en el marco del tratamiento de esta patología base. Pero, incluso para la enfermedad de Alzheimer y para la demencia vascular, actualmente, existen tratamientos medicamentosos que, aunque no supongan una curación, logran una desaceleración eficaz de la pérdida del rendimiento cognitivo.

El curso de la enfermedad se divide en diversos estadios caracterizados por diferentes limitaciones físicas y psíquicas.

Esclerosis múltiple

La esclerosis múltiple (EM) o esclerosis diseminada es una enfermedad inflamatoria crónica neurológica con diversas formas evolutivas, por lo que lleva el sobrenombre de «la enfermedad de las mil caras». Es la enfermedad resultante de los ataques sobre las vainas de mielina, la capa exterior que aísla las fibras nerviosas en el sistema nervioso central (SNC). Esto lleva a una disfunción y a la lesión de los tejidos, que puede cursar con una gran variedad de dolencias, como, por ejemplo, las parálisis o los trastornos de la vista o sensoriales.

La enfermedad se inicia mayoritariamente a una edad entre los 20 y los 40 años. Generalmente se presenta en brotes y avanza lentamente. Todavía no se conoce del todo la causa de esta patología. Se sospecha de una disfunción del sistema inmunitario en el sentido de una enfermedad autoinmune. Las opciones de tratamiento han mejorado, sobre todo, en los últimos años.

Disponemos de posibilidades de diagnóstico mediante imagen, electrofisiología, análisis clínicos y punción lumbar.

Tratamiento en fase aguda


Cuando ocurre un brote con signos neurológicos con una progresión de más de 12 horas, debería realizarse una exploración neurológica sin demora y, posiblemente, iniciar un tratamiento inmediato. Disponemos de una cama de hospital de día en nuestra consulta y de camas en un hospital privado (Clínica Juaneda)

Tratamientos preventivos

Existen diversos medicamentos usados como tratamiento de base de primera elección para la prevención de brotes de la esclerosis múltiple con el fin de reducir la frecuencia y la gravedad de los brotes inflamatorios. Estos medicamentos se utilizan en todos los países de la Unión Europea. Sin embargo, generalmente solo los dispensan las farmacias hospitalarias; estas precisan una prescripción médica y un informe que justifique la indicación. Cooperamos con la farmacia de la Clínica Juaneda.

Es posible influir de forma positiva sobre diversas molestias que aparecen con la esclerosis múltiple, p. ej., mediante medicamentos, tratamiento intratecal o bótox contra síntomas como los espasmos, el dolor, los trastornos de la micción y la fatiga. Nuestra unidad de fisioterapia también se encuentra a su disposición para los espasmos y los trastornos motores.

 

Lesiones nerviosas periféricas

Las lesiones del sistema nervioso periférico se pueden detectar mediante una exploración electrofisiológica (vea más adelante). Entre las lesiones nerviosas periféricas y sus consecuencias se encuentren, entre otras:

  • Las discopatías
  • Los síndromes de compresión del plexo torácico y lesiones por presión
  • El síndrome del túnel carpiano
  • El síndrome compresivo del nervio cubital
  • La parálisis peroneal
  • El síndrome del túnel tarsiano
  • Las polineuropatías
    
Las polineuropatías son trastornos del llamado sistema nervioso periférico. Se trata de una disfunción de los nervios en brazos y piernas; en la mayoría de los casos, los síntomas se manifiestan inicialmente en los pies y con menor frecuencia, en las manos. Las molestias se acompañan a menudo con parestesias en las extremidades afectadas. Pueden dar lugar a trastornos de la sensibilidad y a la debilidad de los músculos. Para el diagnóstico de este grupo de patologías recurrimos a todas las medidas diagnósticas que nos ofrece la electrofisiología y, si fuera necesario, a otras pruebas, analíticas o de líquido cefalorraquídeo.
  • Los dolores neuropáticos
    
A menudo, las neuropatías también desencadenan neuralgias. La mayoría de las veces, una terapia del dolor ajustada individualmente ayuda al afectado a reducir su dolor a un umbral soportable y a mejorar notablemente su calidad de vida.

 

Epilepsia

Los impulsos eléctricos dirigen a las neuronas o su interacción. Solo a través de su interacción reglada podemos pensar, sentir, movernos o captar sensaciones como la luz o la música. Las disfunciones de este sistema pueden desencadenar las más diversas afecciones o enfermedades, como, por ejemplo, las crisis epilépticas.

La epilepsia es una patología con manifestaciones muy variadas. Todas las formas de epilepsia tienen en común la aparición recurrente de crisis ocasionadas por las disfunciones del cerebro. Las causas de las crisis epilépticas, esto es, de la disregulación en el cerebro, además de una posible predisposición congénita, pueden ser las lesiones por accidentes o por un tumor o debidas al alcohol, a inflamaciones, a hemorragias cerebrales o a trastornos del riego sanguíneo. El electroencefalograma (EEG) se considera el principal método diagnóstico para los trastornos convulsivos. En algunos casos se debe complementar con un EEG bajo privación de sueño.

Electrofisiología

Trastornos del sueño

Las personas con trastornos del sueño muchas veces sienten la soledad de su enfermedad mientras el resto del mundo duerme. Pensar que lleva años sufriendo un trastorno del sueño, que ha probado muchos remedios de los que ninguno funcionó en realidad, o solo temporalmente y, sin embargo, han aumentado otros problemas, como la dependencia de medicamentos, es muy inquietante. Aún mayor contrariedad produce que los trastornos del sueño adquieran entidad propia a pesar de no tener causa conocida.

Aquí encontrará en breve dos formularios de autoevaluación que le pueden proporcionar indicios sobre el tipo y la causa del trastorno del sueño. Tras una evaluación exhaustiva en el laboratorio del sueño podremos reconocer la mayoría de las causas del trastorno del sueño.

Síndrome de las piernas inquietas

El síndrome de las piernas inquietas describe un trastorno motor caracterizado por parestesias y agitación, principalmente en las extremidades inferiores (con menor frecuencia también en los brazos). Muchas veces persisten sensaciones dolorosas que remiten con el movimiento. En ocasiones, el síndrome de las piernas inquietas viene acompañado por movimientos involuntarios o con movimientos periódicos de las piernas (MPP) al dormir.

Estos síntomas aumentan en reposo y durante la noche y se manifiestan menos durante el día y en movimiento. El diagnóstico se forma habitualmente durante la anamnesis y se puede confirmar en el laboratorio del sueño. Aquí encontrará en breve un formulario de autoevaluación referente a este síndrome.